Dibujos, libros y otras hierbas

En la gran casa de campo de la familia Tallis todo parece fluir con apacible elegancia en el día más caluroso del verano de 1935. Pero el oído atento percibirá sutiles notas disonantes, una creciente tensión que estallará después de que Cecilia, la hija mayor de los Tallis, salga empapada de una fuente, vestida solamente con su ropa interior, mientras Robbie, el brillante hijo de la criada y protegido de la familia Tallis, la contempla... Un libro prodigioso, que va abriéndose como un juego de cajas chinas y que contiene muchas novelas: una romántica historia de amor imposible, una durísima narración de guerra y la novela que dentro de la novela escribe uno de los personajes.

Hace mucho tiempo que este libro me llamaba la atención, sin saber cual era su argumento ni haber leído nunca a su autor. Me gustó su título tan contundente, tan directo, que me hablaba de crimen o pecado, de culpa y arrepentimiento.

Lo tuve en las manos varias veces en distintas librerías sin animarme a comprarlo, no por nada, sino porque otros tuvieron más prisa que él en venirse conmigo. Ví también que tuvo su adaptación cinematográfica que no quise ver hasta que no me lo hubiera leído y de la que procuré huir incluso del trailer para no tener información sobre la trama.

Este verano, por fin, me puse con él. Me ha parecido una gran novela, si bien es quizá algo densa y no apta para cualquiera, o no para cualquier momento. Tengo que reconocer que me costó entrar en la historia, pero llegado a un punto, ya no lo pude dejar. La novela es muy descriptiva y consigue sobre todo generar una gran atmósfera, pero es también lenta en cuanto a la acción y continuamente se tiene la sensación de que cada acto se alarga demasiado. Sobre todo en la primera parte, en la que se producen los hechos que supondrán un punto de inflexión en la vida de todos. No obstante, creo que hace una gran descripción de los personajes, de gran complejidad.

 Sobre el argumento, resulta inquietante cómo la culpa por un acto cometido en una noche de infancia se alarga por el resto de la vida y cómo influye en el desarrollo de la existencia de otras personas. Se maneja de manera excelente los sentimientos que puede desvelar un acontecimiento de esas dimensiones: desde la posible maldad e indiferencia de una criatura, pasando por los sueños de desquite o venganza del afectado, hasta la necesidad de expiar la culpa que no deja vivir a quien la asume totalmente.

Si tuviera que destacar algo realmente notable para mí en esta obra, sería el final. La novela está estructurada en tres partes y un epílogo, y es en este último donde hay un giro argumental completamente inesperado que hace uno se plantee toda la historia. Aporta a la historia ya muy dramática, un dramatismo nuevo. Me parece una conclusión muy emocionante y que a mí me dejó con un nudo en la garganta.

Yo doy mucha importancia a la manera de acabar una historia, para mí un mal final puede estropear todo el libro y uno muy bueno puede redimirlo. En este caso, este epílogo me conmovió profundamente y creo que es uno de los mejores finales que he leído.

Afortunadamente, tantos años esperando leerlo con unas expectativas más bien altas, han tenido su recompensa.

Aquí, el trailer de la adaptación al cine, de 2007 que, ahora sí, espero ver:

Cuando dibujo, mi tema favorito son los retratos y la figura humana en general. Es lo que más disfruto por eso me obligo a elegir otros temas de vez en cuando, como disciplina. Lo último ha sido un grupo de frutas y verduras, la ténica, como siempre en los últimos tiempos, lápices de colores. También he utilizado rotuladores de punta fina para algunos detalles.

Liri llegó a casa esta semana, después de que dudáramos mucho sobre la conveniencia o no de tener una mascota. Ha sido el fruto de la insistencia de mi hija, amante de de los animales, cuya persistente lucha a favor de incorporar un animalito a la familia ha terminado por vencer nuestras resistencias.  También hemos tenido debate sobre si preferíamos perro o gato. En ese sentido, ha sido mi preferencia por los felinos la que ha salido vencedora, en parte porque su cuidado recaerá principalmente sobre mi. Finalmente, después de buscar en protectoras y entre personas conocidas, ha llegado Liri, una maravillosa gatita de dos meses, de pelaje blanco y gris, menudita y con unos enormes ojos llenos de curiosidad y ternura.

Es juguetona y vivaracha, se porta muy bien, es independiente pero capaz también de solicitar afecto y compañía. Como todos los felinos, se mueve con elegancia y es un placer observar sus gráciles movimientos. Es capaz de pasarse horas jugando con el envoltorio de un caramelo o un tapón de plástico, aunque también tiene inclinación por los cables y estamos intentando adaptarnos a vivir con ella y evitarle los riesgos de un hogar donde hace mucho tiempo que ya sólo viven humanos adultos.

Liri ha llegado para hacer nuestra vida diferente. Más divertida y un poco más generosa. Es increíblemente satisfactorio verla retozar e incluso comer, acariciar su cuerpo menudo de huesos pequeños y frágiles.

Me gusta imaginar cuánto tiempo va a acompañarnos, qué nuevos aprendizajes traerá a nuestras vidas y la diversión y compañía que podemos aportarnos mutuamente. De momento, ha tomado posesión de la biblioteca y le gusta acomodarse en las estanterías y entre los libros, que jamás araña ni muerde. Empieza una nueva y diferene aventura. Bienvenida, pequeña Liri.

¿Por qué me parece que la pérdida de cierta generación no tendrá recambio posible?

Estoy muy animada a seguir dibujando. He pasado unos años de sequía en este terreno, son tantas las cosas que me gustan, que las aficiones se me atropellan unas a otras y si en algún momento vital abandono alguna, no es porque me encuentre inactiva, sino porque seguramente estoy centrada en otra cosa. También influye la carga de trabajo o las obligaciones familiares, obviamente. Independientemente de la situación de alerta sanitaria, yo ahora estoy disfrutando de mucho más tiempo de ocio que hace unos años, y eso se nota.

Ayer terminé otro dibujo hecho con lápices de colores, un retrato de mi hijo. Tengo que comprar nuevos materiales, pero de momento sigo utilizando lo que tengo en casa. Ni el papel es el mejor para dibujar ni los lápices de colores son los óptimos para ese papel, pero como dibujo para mí tampoco importa demasiado.

Hace unos días compré un libro que llevaba mucho tiempo buscando, "Aprender a dibujar con el lado derecho del cerebro" de Betty Edwards, muy conocido por los dibujantes aficionados y que me ha resultado sumamente interesante. Espero mejorar con las técnicas que propone, desde luego es muy reveladora su lectura, que ayuda a comprender que el dibujo no es simplemente un don sino que es una habilidad que como otras se puede aprender y perfeccionar.

Éste fue el último libro comprado justo antes del confinamiento, y el último que me he leído hasta la fecha, acabado hace unos días pero que aún ronda en mi cabeza, impidiéndome empezar otra lectura. Es una obra dura, incómoda de leer en algunos momentos, que me ha mantenido no obstante pegada al libro hasta el final. Su desenlace se ofrece al lector desde las primeras páginas, por eso no desvelo nada si digo que trata sobre el tema de las masacres perpetradas por adolescentes en los institutos de los Estados Unidos, esa lacra social increíble, inexplicable y tremenda que asola el país cada cierto (poco) tiempo. Aunque Kevin y su familia son ficticios, resulta demoledor constatar cómo el río de sucesos de este tipo que se mencionan a lo largo de la novela son  tristemente  reales.  Me ha gustado mucho el libro a pesar de su dureza, Plantea preguntas y reflexiones sobre cuestiones polémicas, como es la educación de los hijos,  el peso del amor, o de la ausencia de éste en la personalidad de los niños, las dudas de la madre antes de decidir tenerlo y sus sentimientos ante un hijo conflictivo . Como no puede ser de otra manera, el medio social está también puesto en cuestión  así como la percepción de los padres sobre su propio país, diametralmente opuesto. La estructura del libro, de género epistolar, ofrece un desgarrador retrato íntimo de la protagonista, la madre de Kevin, cuya explicación pormenorizada de sus sentimientos lleva irremediablemente a empatizar con ella  pese a que su historia echa por tierra el modelo de feliz familia americana. He terminado su lectura con el corazón encogido y un sentimiento agudo de desazón. Me acompaña desde entonces y será una lectura imposible de olvidar. Estos días extraños he recuperado el ritmo lector que era habitual en mí hace unos años. Es ese uno de los aspectos positivos del confinamiento, que en mi caso no ha sido el único. Me ha venido bien este paréntesis, unas verdaderas vacaciones mentales y espirituales que me hacían mucha falta. Dejo aquí constancia de mis lecturas. De Pureza , leída también recientemente,  ya hablé en esta entrada. Una que me ha gustado mucho porque era apostar sobre seguro ha sido "Ave del Paraíso", de Joyce Carol Oates, autora que me encanta. Esta novela no ha sido una excepción, aunque me ha ratificado en una impresión que he tenido en cada obra que he leído de ella y que ya después de cinco libros  puedo constatar que se trata de un pequeño defecto, al menos para mí.  Creo que se esfuerza por dejar demasiado cerrada la historia de sus novelas, sus finales muestran un esfuerzo para no dejar cabos sueltos que para mí le quita naturalidad a sus finales, los hace un poco forzados. Es, no obstante, un pequeño hándicap que no desmerece para nada la calidad de sus historias y lo sólido de los personajes. Una lectura decepcionante ha sido "El mundo visto desde el cielo", de Angeles Caso, aunque la verdad es que no esperaba mucho de ella. El siguiente "La literatura nazi en América" de Roberto Bolaño es un libro inclasificable, podría pensarse que se trata de un ensayo pero en realidad es una obra de ficción en la que enumera y clasifica a una serie de escritores latinoamericanos de carácter filonazi de biografías absurdas que resulta cuanto menos ingeniosa, irreverente y sumamente original.  He aprovechado también para leer por fin bastantes novelas gráficas que esperaban su turno desde hace tiempo. "Los surcos del azar", de mi admirado Paco Roca, relata la bastante desconocida historia de "LA 9" una compañía formada casi en su totalidad por republicanos españoles que fue la primera en llegar a París el día de la Liberación. Épica y entrañable, reivindica la figura de los vencidos españoles a los que tantas batallas les tocó librar, su heroicismo y su escaso reconocimiento. "La balada del Norte", de Alfonso Zapico, una muy buena crónica sobre la revolución de 1934  iniciada en las cuencas mineras de Asturias.  De Miguelanxo Prado, otro de mis autores de cómic favoritos, "Presas fáciles" , historia policíaca de unos crímenes que tienen mucho que ver con la crisis financiera que sufrimos a partir de 2008. "Las Meninas", de Santiago García y Javier Olivares me ha gustado bastante como biografía de Velazquez y retrato de su época y de la gestación de su magnífica obra. También ha habido momentos para la música. La muerte de Luis Eduardo Aute me ha hecho volver a sus canciones, que hacía mucho que no escuchaba. Suyo fue el primer cassette que me compré con mi primer sueldo, a los 19 años, y que aún conservo. Admiraba mucho a Aute, como persona, músico y pintor, faceta más desconocida pero muy destacable de un hombre que era un artista integral. Mucha y gratificante compañía para llenar las horas en casa. Hay otro libro importante que he leído pero ese merece una entrada aparte.

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